Erase una vez, un chico con mal carácter. Su padre le dio un saco de clavos y le dijo que clavara uno en la verja del jardín cada vez que perdiera la paciencia o se enfadara con alguien .El primer día clavo 37 clavos. Durante las semanas siguientes se concentro en controlarse y día a día disminuyó la cantidad de clavos nuevos en la verja. Había descubierto que era más fácil controlarse que clavar clavos. Finalmente llego un día en el que no clavaba ningún nuevo clavo. Entonces, fue a ver a su padre para explicárselo. Su padre le dijo que era el momento de quitar un clavo por cada día que no perdiera la paciencia . Los días pasaron y finalmente el chico pudo decir a su padre que había quitado todos los clavos de la verja .El padre condujo a su hijo hasta la puerta y le dijo:
Hijo mío, te has comportado muy bien , pero mira todos los agujeros que han quedado en la verja. Ya nunca será como antes. Cuando discutes con alguien y le dices cualquier cosa ofensiva le dejas una herida como esta. Puedes clavar una navaja a un hombre y después retirarla, pero siempre quedará la herida. No importan las veces que pidas perdón, la herida permanecerá . Una herida provocada con la palabra hace tanto daño como una herida física. Recordémoslo.
Sabiduría popular
Uno es dueño de su silencio y esclavo de sus palabras.
Sigmund Freud
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4 comentarios:
Si lo que vas a decir no es más bello que el silencio no lo digas...
Frase útil pero a veces tan difícil de respetar para la gente impulsiva jeje...
Ufff, ke bién viene ésta historia ahora ke los ánimos están tan calentitos por el blog de Nejsret. Podia hacer una entrada desde su blog a ver si todas toman un poquito de consciencia.
Genial
La pena es que a la media hora de leerlo a mucha gente se le olvida...
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